martes, 9 de agosto de 2011

Maratón de escritura: ¡Día 2!

¡Día 2 superado! Y esta vez de sobra. Ayer escribí las cinco páginas justitas justitas, pero hoy he llegado hasta la sexta. Eso si, he tenido que utilizar el mejor amigo del escritor que se queda pensando y mirando las musarañas cada dos por tres: ¡Write or Die!
Para quien no lo conozca es un programa en el que te pones una meta de tiempo o palabras y tienes que escribir hasta alcanzarlas, casi sin parar... porque si paras demasiado rato tendrás un castigo (que puede ir desde una ventanita que te dice que escribas, hasta que te borre lo último que has escrito). Es muy útil no solo porque no te deja distraerte, si no que a mi por lo menos también me sirve para no estar pensando en cuantas páginas llevo escritas.
Curiosamente hoy he escrito menos palabras que ayer. 2986, según Word... no es mucho menos, aunque supongo que en esta parte también hay un poco más de diálogo.
En cuanto a calidad, aunque se supone que no debería de pensar ella hasta no haber terminado, no estoy especialmente contenta. Me gustaría hecho una mejor descripción de la nueva ciudad. Las chicas llegan a una nueva ciudad que es completamente diferente a lo que están acostumbradas y eso debería de notarse. En fin, se quedará como punto pendiente para las revisiones.
Mañana empiezo a meterme más de lleno en la historia. Van a aparecer el resto de personajes principales y seguramente empiece a haber un poco de conflicto. Mientras tanto, pequeño extracto completamente sin revisar, ¡disfrutad!

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La biblioteca era grande. Bueno, para que engañarse, la biblioteca era enorme aún comparándola con los mejores sueños de Sarah. El taller en realidad no era un taller, sino una serie de almacenes gigantescos donde cada una dispondría de espacio y lugares más que suficientes hasta para trabajar en un barco volador... si se les permitiera trabajar en uno. O en cualquier cosa, de hecho. Mientras la directora del lugar les explicaba el método de trabajo de la escuela, Lu no podía evitar fijarse como las arrugas entre las dejas de Sarah no dejaban de aumentar.

−Y, por último, estos son los dormitorios −explicó la mujer mientras les mostraba otro edificio enorme−. Compartiréis habitación con otras tres chicas. Las puertas se cierran a la caída del sol, así que aseguraros de estar de vuelta antes o tendréis que dormir en la calle. Lu miró a Sarah y Sarah le repondió arqueando la ceja y con una mueca en el labio que gritaba "¿acaso te lo estás pensando?". Lu suspiró. Era la quinta escuela que veían y ninguna había convencido a Sarah. En todas había algo que hacía que la chica dijera un no rotundo. En la primera no le gustaba la biblioteca. En la segunda el taller le parecía demasiado pequeño. En la tercera los profesores le parecían idiotas. Cuando fueron a visitar la cuarta y, un vez más, Sarah dijo que no ya ni siquiera se molestó en preguntarle que no le había gustado. No lo entendía, a ella todas las escuelas que habían visto le parecían tan buenas, si no mejores, que a la que iban en el pueblo. Al salir de la quinta escuela se lo dijo, pero Sarah sacudió la cabeza.

−Por eso, Lu. No hemos salido del pueblo y caminado durante días para hacer lo mismo que hacíamos allí. Necesitamos algo diferente, un lugar donde vayamos a aprender de verdad.

2 comentarios:

  1. yo también he escrito más del mínimo. Puede que sea cuestión de acostumbrarse XD

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  2. Interesante dato sobre el programa ese!! Voy a probar a utilizarlo. También yo he pasado mis momentos complicados describiendo artefactos :-S

    Éxitos con la historia!! Besos!!

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