viernes, 25 de febrero de 2011

Me gustaría tener...

...un cerebro con un botón que pulsar para poder tener un pensamiento lineal, por lo menos mientras estuviera escribiendo. En general me gusta el pensamiento errático, porque es genial para tener nuevas ideas. Relacionar cosas que no tienen nada que ver de una manera poco probable y, ¡bam! de repente te encuentras con una idea genial sobre la que escribir. Lo malo es cuando eso pasa cuando estás a mitad de un proyecto en el que se supone que tienes que concentrarte.
Porque sí, tengo a medias la novela de las tribus, concretamente tienen acorralado a un enemigo y están intentando sacarle información sobre el paradero de Emmet. Además, ellos no lo saben, pero el resto de enemigos vienen de camino y van a tener que salir corriendo dentro de nada sino quieren acabar siendo el aperitivo de los carroñeros del bosque.
Y en medio de todo esto... se me han aparecido cuatro "hermanos" huérfanos, de los cuales solo dos son hermanos de sangre, que crecieron juntos. Dos de ellos acabaron enamorándose y casándose, de hecho tienen dos hijos adoptivos, y esta fue la gota que colmó el vaso de la tensión que existía entre los dos hermanos mayores, lo que acabó en una gran pelea. Vamos, que no tiene absolutamente nada que ver con las tribus. Es una idea que se sitúa en el mundo real, en nuestra época actual. No hay aventura ni hay magia, solo personas que intentan abrirse un camino en el mundo.
En fin, es una idea que tendrá que esperar y madurar mientras sigo con las tribus, que las he vuelto a coger con ganas. Por suerte la nueva historia solo tiene personajes, aún no ha encontrado su trama.
Esta claro que pedirle al cerebro que esté totalmente concentrado en una sola cosa por un largo período de tiempo es misión imposible.

jueves, 24 de febrero de 2011

Cinco mantras para el escritor

No sé si conocéis la maravillosa página de MagicalWords. Es una especie de blog en el que, varias veces por semana, suben artículos distintos escritores sobre cualquier tema relacionado con la escritura. Es una página que a mi personalmente me ha abierto los ojos en muchos aspectos, así que si domináis inglés lo suficiente para leer un poquito os recomiendo que echéis un vistazo. Pero como sé que no siempre es posible, quería compartir este artículo con vosotras: http://www.magicalwords.net/specialgueststars/five-writing-mantras-that-bear-repeating/

Si podéis, leerlo en el original, porque no voy a hacer una traducción, sino que los voy a explicar a mi manera, basándome en mis propias experiencias. Quizá en el futuro intente traducir alguno de los artículos más interesantes (si me lo permite su autor, claro). Sin más, solo deciros que yo esto lo tengo colgado en una pared, para cuando miro la hoja en blanco y salgo corriendo porque no tengo nada interesante que contar (o eso creo):

1. La peor novela que escribas es mejor que la mejor novela que haya en tu cabeza.
Porque la gente aún no puede leernos la mente. En cambio, si escribimos pueden decirnos que les ha gustado y que no y así es como se mejora.

2. Aquí. Ahora.
Al escribir, especialmente el primer borrador, es fácil distraernos con que si debería de ir dando pistas para algo que pasará dentro de veinte capítulos. Si perdemos la concentración es probable que abandonemos el teclado o el bolígrafo y empecemos a dibujar esquemas y demás cosas que solo van a distraernos. Olvidate del bosque, mira a los árboles que tienes frente a ti y sigue escribiendo. Resuelve la situación en la que están metidos tus personajes, mételes en otra mucho peor y haz esto hasta que de repente, ¡zas! ¡El final del libro!

3. Para escribir una buena novela, primero hay que escribir una mala novela.
A escribir se aprende escribiendo, no dejéis que os engañen y os hagan pensar que escribir es algo innato, que un día te vas a sentar y vas a crear una obra maestra del tirón. Aún no he conocido a nadie, por mucho talento y experiencia que tenga, que haya escrito una magnífica novela a la primera. Incluso los escritores profesionales escriben basura que, tras un largo proceso de revisión, se convierte en otra buena novela que saca al mercado. Si me permitís la comparación cursi, pensad en vuestra novela como en un cisne: primero será un bicho feo, marrón y con plumillas, pero con tiempo y echándole mucho trabajo, acabará siendo algo impresionantemente bello.

4. No mires atrás.
No es que te persiga un asesino entre las sombras, pero casi. Al escribir el primer manuscrito es normal que cambien muchas cosas de nuestra idea original y que nos sintamos tentados a volver atrás y reescribir. ERROR. Cuando escribamos el primer manuscrito tenemos que echar de la habitación al editor que llevamos dentro y escribir, solo escribir. ¿Qué al final lo que escribimos al principio no va a tener mucho sentido? Cierto, pero incluso si hubiéramos vuelto atrás para reescribirlo, seguramente aún le faltaría algo, porque realmente no podemos saber a ciencia cierta como va a ser un libro hasta que escribimos "Fin". Yo reescribí el principio de un libro porque dejó de encajarme. Ahora voy por la mitad de la novela y resulta que tengo que reescribirlo entero otra vez. La primera reescritura fue un tiempo que perdí y que podía haber utilizado para seguir avanzando el libro en sí.

5. El trabajo se hace poco a poco.
Y cuando digo poco a poco, quiero decir hasta el más ínfimo trabajo ayuda. Puedes proponerte escribir todas las noches, no sé, 1500 palabras, por ejemplo. Las dos primeras noches cumples con tu propósito a raja tabla, pero a la tercera unos amigos te invitan a cenar. ¿Es realmente necesario renunciar a tu vida social para escribir? No, y no solo eso, sino que otras noches llegarás demasiado cansado del trabajo/universidad/lo que sea, y no tendrás fuerza para nada. Por eso hay que aprovechar hasta los huecos más tontos que tengamos a lo largo del día. Por ejemplo, yo alguna vez he tenido 10 o 15 minutos después de comer y antes de irme a clase. En ese ratito, perfectamente he podido escribir unas 500 palabras o incluso alguna más. Con tres momentos tontos de esos al día ya son 1500 palabras. No hace falta que hagamos maratones de escritura. Yo pienso que, a la larga, compensa más escribir cada día un poquito, que escribir dos veces al mes cinco capítulos seguidos. Granito a granito se hace una montaña.

Y ahora voy a aplicarme yo misma el cuento y a ver si puedo seguir escribiendo un poquito antes de irme a clase ^-^, ¡chao!

lunes, 14 de febrero de 2011

Dane de Alianza

Y, con un poco de retraso, vuelvo con el perfil de mi co-protagonista. Dane... Dane aún necesita mucho trabajo, el pobre. En un principio estaba ahí porque me hacía falta para la historia, pero cuando empecé a escribir me di cuenta de algo terrible: Dane es lo más soso que anda sobre la tierra. Pero, ¡ni hablar! Dane es un sabelotodo resentido con el mundo y así es como tiene que ser. Me dedicaré a seguir trabajando en él.


FÍSICA
Edad: 23
Ojos: Marrones
Pelo: Marrón
Complexión: alto, ancho de hombros, pero con músculos poco o nada desarrollados.

PSICOLÓGICA
Sueño: ir a la universidad y vivir en una ciudad que estimule su curiosidad intelectual.
Carácter: solitario y desconfiado, pero muy solidario, no puede ver a alguien sufrir y no hacer nada por ayudarlo. Extremadamente racional, cree que su privilegiada inteligencia le sitúa por encima del resto de personas.

HISTORIA
Ha vivido toda su vida en Alianza, un pequeño pueblo prácticamente aislado del resto del mundo gobernado en secreto por una peligrosa secta. Sus padres hicieron todo lo que estuvo en sus manos para que su hijo no fuera un borrego más. Por desgracia, murieron cuando el tenía 17 años, lo que lo obligó a empezar a trabajar de mensajero y dejar sus estudios en un plano secundario. Aún así, día tras día junta hasta el último céntimo que gana con la esperanza de ahorrar lo suficiente para mudarse a la gran ciudad y asistir a la universidad. Mientras tanto lee y relee todos los libros que hay por su casa y aquellos que puede pasar de contrabando cuando, por su trabajo, tiene que ir a la ciudad.

domingo, 13 de febrero de 2011

So tired...

Escribir es como conducir de noche: sólo puedes ver hasta donde te iluminan las luces, pero siempre acabas llegando a tu destino. Mmm... creo que he perdido mi mapa y se me ha roto un faro.

viernes, 4 de febrero de 2011

Scene 20: Manos

Aún no hay novedades en las tribus -_- me da pena que con el cambio de argumento Enda no vaya a aparecer en toda la primera parte de la historia, pero es geográficamente imposible que aparezca hasta la segunda parte. Aish... con lo bien que me cae ese hombre.
Por otra parte, he escrito otro relatillo para el Scene 20 de bbsdreams. Para quién no lo sepa, consiste en escribir 20 relatos de 500 palabras máximo basándose en una palabra y, por supuesto, relacionado con alguno de nuestros BJDs. Esta vez les ha tocado a Nanashi y a Shue, mis "ermitaños" que viven solos en una cabaña en las montañas. El tema es "manos":

Unos ojos azules como el cielo se abrieron perezosos. No le apetecía moverse, se estaba muy bien bajo las mantas de piel y con el calor humano que le proporcionaba su compañero. Cualquier pensamiento de levantarse se alejaba aún más sabiendo el frío que haría fuera, ahora que el fuego del hogar se había apagado. Sin embargo, abrió los ojos. Le gustaba despertar y ver las ya familiares paredes de madera a su alrededor, la casa que consideraba su hogar y, por supuesto, a Shue durmiendo a su lado. Shue... para él lo era todo, pero Nanashi no sabía lo que él era para el moreno. No le importaba, él era feliz así. Era su amigo y tampoco quería esperar mucho más de su situación, al fin y al cabo, ¿quién iba a querer a una persona que no podía recordar ni siquiera su verdadero nombre? Ahuyentando esos pensamientos oscuros de su cabeza, se incorporó levemente, con cuidado de no destaparse ni a si mismo ni a su compañero, y miró por la ventana. Antes de que Shue pudiera despertarse sobresaltado, Nana ya había recogido la primera prenda que había encontrado y estaba vistiéndose a toda prisa.

-¿Nana, qué pasa? Aún es temprano para empezar el día. – Murmuró, aún más dormido que despierto. El rubio le miró con una sonrisa radiante.

-¡Mira por la ventana! – Giró la cabeza somnoliento. El terreno y las copas de los árboles que rodeaban la cabaña estaban cubiertos de blanco. ¿Se ponía así solo por un poco de nieve? La nieve no traía más que problemas, aunque, por suerte, después de tantos años había aprendido a estar preparado para recibirla.

-¡Vamos, Shue, ven! – Le gritó Nana mientras salía corriendo vestido solo con unos pantalones y una camisa. Shue sonrió, contagiado de la alegría de su compañero. Rápidamente se vistió el mismo, aunque con un atuendo más apropiado para la temperatura del exterior, y cogió una capa y unos guantes que sabía que el rubio iba a necesitar enseguida. A Shue nunca le había gustado la nieve. Solo le traía malos recuerdos y cosechas echadas a perder. Sin embargo, la imagen que le recibió en el exterior hizo que cambiara un poquito su idea. Nanashi estaba radiante rodeado de toda esa blancura, resplandeciente con la alegría de un niño pequeño la primera vez que veía caer la nieve. Su corazón se paró cuando el rubio le miró y fue hacia el corriendo.

-Ven, así solo vas a conseguir resfriarte. – Le echó cuidadosamente la capa por encima y cogió sus manos. Estaban heladas. Sin pensarlo, las cubrió con las suyas y se las acercó a los labios, para darles calor. Nanashi apartó la mirada, esperando que no viera lo sonrojado que estaba. Shue se dio cuenta de que quizá lo estaba incomodando, pero no podía soltarlo. No quería dejar de sentir esas manos entre las suyas.