viernes, 4 de febrero de 2011

Scene 20: Manos

Aún no hay novedades en las tribus -_- me da pena que con el cambio de argumento Enda no vaya a aparecer en toda la primera parte de la historia, pero es geográficamente imposible que aparezca hasta la segunda parte. Aish... con lo bien que me cae ese hombre.
Por otra parte, he escrito otro relatillo para el Scene 20 de bbsdreams. Para quién no lo sepa, consiste en escribir 20 relatos de 500 palabras máximo basándose en una palabra y, por supuesto, relacionado con alguno de nuestros BJDs. Esta vez les ha tocado a Nanashi y a Shue, mis "ermitaños" que viven solos en una cabaña en las montañas. El tema es "manos":

Unos ojos azules como el cielo se abrieron perezosos. No le apetecía moverse, se estaba muy bien bajo las mantas de piel y con el calor humano que le proporcionaba su compañero. Cualquier pensamiento de levantarse se alejaba aún más sabiendo el frío que haría fuera, ahora que el fuego del hogar se había apagado. Sin embargo, abrió los ojos. Le gustaba despertar y ver las ya familiares paredes de madera a su alrededor, la casa que consideraba su hogar y, por supuesto, a Shue durmiendo a su lado. Shue... para él lo era todo, pero Nanashi no sabía lo que él era para el moreno. No le importaba, él era feliz así. Era su amigo y tampoco quería esperar mucho más de su situación, al fin y al cabo, ¿quién iba a querer a una persona que no podía recordar ni siquiera su verdadero nombre? Ahuyentando esos pensamientos oscuros de su cabeza, se incorporó levemente, con cuidado de no destaparse ni a si mismo ni a su compañero, y miró por la ventana. Antes de que Shue pudiera despertarse sobresaltado, Nana ya había recogido la primera prenda que había encontrado y estaba vistiéndose a toda prisa.

-¿Nana, qué pasa? Aún es temprano para empezar el día. – Murmuró, aún más dormido que despierto. El rubio le miró con una sonrisa radiante.

-¡Mira por la ventana! – Giró la cabeza somnoliento. El terreno y las copas de los árboles que rodeaban la cabaña estaban cubiertos de blanco. ¿Se ponía así solo por un poco de nieve? La nieve no traía más que problemas, aunque, por suerte, después de tantos años había aprendido a estar preparado para recibirla.

-¡Vamos, Shue, ven! – Le gritó Nana mientras salía corriendo vestido solo con unos pantalones y una camisa. Shue sonrió, contagiado de la alegría de su compañero. Rápidamente se vistió el mismo, aunque con un atuendo más apropiado para la temperatura del exterior, y cogió una capa y unos guantes que sabía que el rubio iba a necesitar enseguida. A Shue nunca le había gustado la nieve. Solo le traía malos recuerdos y cosechas echadas a perder. Sin embargo, la imagen que le recibió en el exterior hizo que cambiara un poquito su idea. Nanashi estaba radiante rodeado de toda esa blancura, resplandeciente con la alegría de un niño pequeño la primera vez que veía caer la nieve. Su corazón se paró cuando el rubio le miró y fue hacia el corriendo.

-Ven, así solo vas a conseguir resfriarte. – Le echó cuidadosamente la capa por encima y cogió sus manos. Estaban heladas. Sin pensarlo, las cubrió con las suyas y se las acercó a los labios, para darles calor. Nanashi apartó la mirada, esperando que no viera lo sonrojado que estaba. Shue se dio cuenta de que quizá lo estaba incomodando, pero no podía soltarlo. No quería dejar de sentir esas manos entre las suyas.



No hay comentarios:

Publicar un comentario