...un cerebro con un botón que pulsar para poder tener un pensamiento lineal, por lo menos mientras estuviera escribiendo. En general me gusta el pensamiento errático, porque es genial para tener nuevas ideas. Relacionar cosas que no tienen nada que ver de una manera poco probable y, ¡bam! de repente te encuentras con una idea genial sobre la que escribir. Lo malo es cuando eso pasa cuando estás a mitad de un proyecto en el que se supone que tienes que concentrarte.
Porque sí, tengo a medias la novela de las tribus, concretamente tienen acorralado a un enemigo y están intentando sacarle información sobre el paradero de Emmet. Además, ellos no lo saben, pero el resto de enemigos vienen de camino y van a tener que salir corriendo dentro de nada sino quieren acabar siendo el aperitivo de los carroñeros del bosque.
Y en medio de todo esto... se me han aparecido cuatro "hermanos" huérfanos, de los cuales solo dos son hermanos de sangre, que crecieron juntos. Dos de ellos acabaron enamorándose y casándose, de hecho tienen dos hijos adoptivos, y esta fue la gota que colmó el vaso de la tensión que existía entre los dos hermanos mayores, lo que acabó en una gran pelea. Vamos, que no tiene absolutamente nada que ver con las tribus. Es una idea que se sitúa en el mundo real, en nuestra época actual. No hay aventura ni hay magia, solo personas que intentan abrirse un camino en el mundo.
En fin, es una idea que tendrá que esperar y madurar mientras sigo con las tribus, que las he vuelto a coger con ganas. Por suerte la nueva historia solo tiene personajes, aún no ha encontrado su trama.
Esta claro que pedirle al cerebro que esté totalmente concentrado en una sola cosa por un largo período de tiempo es misión imposible.
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