Refugio de seres extraños
sábado, 28 de julio de 2012
Cuando un capítulo se te atranca...
Así llevo ya un par de semanas con el fanfic de X-men: First Class que estoy escribiendo. El problema al principio era que no conseguía dar con una escena que me gustara y que encajara con el carácter de los personajes. Después de dos escenas completas fallidas, creo que he dado con la clave, pero por alguna razón soy incapaz de ponerle el broche al capítulo y terminarlo.
miércoles, 30 de noviembre de 2011
Nanowrimo 50k: El fin de noviembre
jueves, 24 de noviembre de 2011
Nanowrimo 40k
jueves, 17 de noviembre de 2011
Nanowrimo 25k
http://www.youtube.com/watch?v=lDK9QqIzhwk&ob=av3e
I’m half way there! Ya solo queda la otra mitad del reto, la que (al menos para mí) es la más difícil. Este es el momento en el que de repente un escritor se da cuenta de que no tiene trama, o de que tiene trama, pero se encuentra en un vacío en el que no sabe como hacer que avance, en el que se da cuenta de lo rematadamente sosos que son sus personajes o de que directamente estos no tienen una personalidad definida. Pues bien, ahí estoy yo ahora mismo.
En cuanto a trama, ya puedo dar por concluida la primera parte de la novela. Este es el momento en el que el conflicto gordo se deja entrever y está a punto de descubrirse. Todos los personajes importantes están ya sobre el tablero y, una vez descubran lo que está pasando, deberán decidir como actuar. El problema es que no se como dar el paso de que descubran lo que están tramando en el territorio de las Sombras.
En cuanto a personajes, puede que sea por la falta de perspectiva, pero creo que al menos tres de ellos son iguales. El problema es que dos de esos tres son los protagonistas. Creo que voy a hacer que el protagonista sea más pedante cuando habla con confianza y más asustadizo cuando no está seguro de lo que está pasando. En cambio, la co-protagonista va a tener que ser más sarcástica con él y aún más dulce con el resto (escribir estas entradas ayuda bastante a pensar en los problemas y como solucionarlos).
En cuanto al agujero negro entre puntos de la trama… he decidido ponerme un reto para solucionarlo. En los foros de Nanowrimo hay montones de hilos con todo tipo de retos, pero yo he decidido mezclarlos con otras cosas para definir un poco como va a seguir la historia. He cogido uno de esos retos “al azar”, es decir, he cogido el primero al azar que podía meter en esta novela. Después, he abierto el libro que tenía al lado (“Susurro de besos” de Dorianne) y he cogido también una frase al azar. Y, por si con eso no tenía bastante, he sacado tres cartas del tarot y he apuntado la interpretación de estas que creo que más se ajustaba a la novela y sus personajes. Resultado:
Dare: Include a person with rainbow hair in your novel: Incluye en tu novela una persona con el pelo de arcoiris (No hace falta que me lo digas dos veces, me encanta el pelo de arcoiris *-*. Aunque creo que no va aparecer mucho en la novela).
Frase: Se la estaba jugando ese cabronazo y un dia le iba a dar un buen puñetazo en la boca. (Esta me ha encantado porque define muy bien los sentimientos del protagonista por uno de los personajes)
Carta 1: Cuidado con reaccionar inadecuadamente ante alguna situación con prisas o vehemencia (y no quiero mirar a ningún personaje de pelo azul que pueda meterse en líos por no pensar las cosas)
Carta 2: Quizás sienta que alguien se separa de usted (ya había estaba pensando si separar temporalmente a la pareja principal. Parece que es una buena idea)
Carta 3: Aplazamos nuestras decisiones, dudamos a la hora de comprometernos (y esta puede ser la razón).
En cuanto al que he escrito en estás últimas 5000 palabras hay que destacar que mis personajes me han dado una agradable sorpresa. Pensaba que no iban a estar juntos hasta dentro de un montón de capítulos y, aunque técnicamente aún no tienen una relación seria ni nada, Blue ha decidido que Ed merece la pena lo suficiente al menos para besarle.
Y entonces volvieron a quedarse en silencio, mirándose el uno al otro. Ed sentía que se estaba ahogando en esos ojos de un azul tan intenso y claro como el del mar en un día de verano. No quería salir de ellos, no quería respirar, pero sabía que si no dejaba de mirarla acabaría haciendo algo que podría traerle muchos problemas. Haciendo un esfuerzo que le pareció sobrehumano intentó alejarla de sí a la vez que apartaba la mirada. Sin embargo, su esfuerzo fue en vano, porque tan pronto como movió la cabeza las manos de Blue se posaron en sus mejillas y le obligaron a volver a mirarla. Estaba sonriendo ligeramente, aunque la expresión de sus ojos era la de alguien que estaba mirando a un abismo, intentando decidir si saltar sería una buena idea o si era mejor quedarse en tierra firme. A pesar del miedo, su expresión se volvió decidida, dispuesta a saltar al vacío.
−Que no se te suba a la cabeza, ¿eh? −susurró mientras acercaba su rostro al de él. Más tarde le sería imposible recordar los detalles de lo que pasó o de por qué pasó. Lo único que le importaba era que los labios de Blue, de su Blue, se habían posado ligeramente contra los suyos en un suave beso. Apenas había sido un roce de labios, pero Ed podía jurar que en aquel momento había muerto y estaba en el paraíso. Tras unos segundos que parecieron prolongarse una eternidad, la chica finalmente se apartó y se puso en pie. Sin más empezó a caminar de vuelta a su habitación−. Intenta al menos descansar las horas que quedan antes de que tengas que ir a la universidad.
En fin, nos vemos dentro de 5000 palabras, ya contaré como me ha ido la cosa.
jueves, 10 de noviembre de 2011
Nanowrimo 20k
−Blue.
−¿Blue?
−Sí.
−¿Sólo Blue?
−Exáctamente.
−Conoces a Blue. Era perfecta.
−No, Blue. −¿Blue? ¿Blue?
−Edmond, soy Gold. −Blue. Blue sonrió.
Te quiero, Blue.
viernes, 4 de noviembre de 2011
Nanowrimo 10k
Esta es la historia de Edmond, un universitario normal y corriente, y Blue, una chica con más de un secreto. Cuando Ed rescatá a Blue de unos matones no puede evitar enamorarse locamente de ella. Un segundo encuentro y una sonrisa le confirma que lo suyo es cosa del destino. Lo que no sabe es que detrás de esa sonrisa tímida se oculta un mar de inseguridades, heridas aún sin cicatrizar y una guerra tan antigua como el mismo tiempo.
−Tu cara me suena mucho, ¿no nos hemos visto antes? −la pregunta solo consigue que la chica se ría a carcajada limpia.−Oye, acabas de salvarme de una paliza, creo que esos trucos tan malos para ligar sobran −¿ligar? Bueno, no le importaría, pero de verdad que no era eso lo que pretendía. No esta vez.−No, no. Lo digo en serio. ¿Cómo te llamas?−Lo cortés cuando te presentas es decir tu nombre primero −su tono travieso solo hace que quiera saber la respuesta aún más.−Soy Edmond. Tú puedes llamarme Ed. ¿Cómo te llamas? −le dice rápidamente.−Blue.−¿En serio te llamas así? −La chica sonríe a la vez que niega con la cabeza, haciendo que su cascada de pelo azul se agite alrededor de su cara. Es tan hermosa−. Entonces tienes un nombre de verdad.−No, sólo Blue −contesta con una sonrisa que cada vez parece más triste−. Muchas gracias por haberme ayudado, Ed. No mucha gente haría algo así.
lunes, 31 de octubre de 2011
Adictos a la escritura: Especial Halloween
Laura estaba sentada en el sofá cuando tuvo que levantarse y salir corriendo. No sabía el por qué, no sabía hacia donde, pero sí tenía claro una cosa: tenía que correr. Los pasillos informes quedaban atrás uno tras otro, conectando lugares que estaban a kilómetros de distancia los unos de los otros. Y entonces, aún sin volver la vista atrás, lo vio. En su mente el monstruo era poco más que una sombra sin forma concreta, pero eso la aterrorizaba más que ninguna otra cosa. Ahora estaba detrás y al segundo siguiente lo tenía delante, a su lado, cada vez más lejos. Cada vez más cerca. “Esto es solo un sueño” escuchaba la voz rodeándola. La iba a atrapar, tenía que salir de allí. “Creo que voy a matarte”.
−¿Qué está pasando aquí? −La voz de uno de los doctores la devolvió al mundo consciente. Miró el reloj de la mesilla: eran las tres de la mañana. Había vuelto a gritar en sueños y había despertado a su compañera de habitación quién, por supuesto, había empezado a gritar también. El doctor le inyectó algo a la otra chica que enseguida volvió a dormirse y se volvió hacia ella.
−Estoy bien, estoy tranquila −le dijo ella sin levantar la mirada antes de que abriera la boca. Aparentemente eso era todo lo que les importaba.
−Tienes que aceptar un tratamiento, no puedes pasar así todas las noches −Laura intentó no resoplar. Hacía meses que no dormía más de tres horas cada noche. Ya había intentado tomar somníferos y lo único que habían conseguido había sido encerrarla durante ocho horas de pura tortura en aquel horrible lugar de su mente. No, prefería las cosas como estaban. No se molestó en responderle. Sabía que aquel hombre nunca escuchaba realmente.
El sol le quemaba en la nuca y eso le gustaba. Tenía que aprovechar todas las horas al aire libre que le quedaban antes de que decidieran que estaba demasiado loca como para no internarla. Nadie la escuchaba, ella no estaba loca, no como el resto de gente del grupo de terapia.
−He oído que esta noche has vuelvo a gritar en sueños −le dijo una voz amable a su lado. No le gustaban los doctores, pero tenía que reconocer que ese al menos hacía el esfuerzo de escuchar lo que se le decía− ¿Quieres hablar de ello?
−¿De qué, doctor?
−Del accidente −por supuesto, de que si no. El accidente de coche había ocurrido hacía meses, ella no había ido al volante, así que sabía que no había sido culpa suya. Había lamentado la pérdida de su marido y su hermano, por supuesto, pero eso era todo. No estaba en shock y no se sentía culpable, su problema no tenía nada que ver con eso. Si estaba así era por culpa del monstruo de sus pesadillas. Apartó su mirada del médico y se volvió a mirar los árboles que la rodeaban−. Ya me habían dicho que no querrías hablar de ello.
−No es relevante, doctor. Mi problema es otro.
−Entonces háblame de ello. Háblame de tus pesadillas.
Había hablado de sus pesadillas con el primer psicólogo, pero este lo trató como algo sin importancia y la miró como si estuviera loca cuando ella insistió. Por otra parte, sabía que planeaban encerrarla de todos modos, así que no tenía mucho que perder. Y aquel hombre sabía escuchar. Suspiró y le contó que en sus pesadillas corría mientras una sombra la perseguía. Nada más.
Esa noche abrió los ojos y eran las cinco de la mañana. Había dormido dos horas más que de costumbre y, sin embargo, sentía que había pasado menos tiempo huyendo. La pesadilla había durado menos. En silencio, se levantó y salió fuera de la cabaña. Solo habían sido dos horas más, pero se sentía más despierta que nunca. De pronto, sintió una brisa en su espalda que la sorprendió, pero decidió no darle importancia. Esperó a que saliera el sol y fue a buscar al médico que escuchaba. Tenía que contarle todo sobre sus pesadillas.
Cuando lo encontró vio que tenía los ojos hinchados y ojeras, pero no le dio mayor importancia. Él la recibió con una sonrisa y, aunque pareció titubear cuando le dijo que quería hablar con él, la escuchó pacientemente. Le explicó todo: desde el lugar donde se encontraba hasta lo que sentía en cada momento de sueño. Cuando terminó sintió que se había quitado un gran peso de encima. Quizá aún no estaba todo perdido, quizá aún tenía una oportunidad de recuperar su vida.
−Espera, Laura −le dijo el médico antes de que se marchara−. Quiero que entiendas, que esta pesadilla es solo tuya.
−No le entiendo doctor.
−Esa pesadilla no es mía, no es de nadie excepto tuya −titubeó unos segundos antes de suspirar−. Solo tú puedes superarla.
¿Es qué no la había oído? ¡Ya había empezado a superarla! Al hablar un poco de ella se había hecho más corta, seguro que contándolo todo desaparecía por completo. Intentando no pensar mucho en sus palabras, salió de la habitación.
Esa noche no tuvo pesadillas, pero algo la despertó. Eran las cuatro de la mañana, pero sentía como si hubiera dormido nueve horas. Era la primera noche que descansaba de verdad desde hacía meses. No tenía sentido seguir en la cama sabiendo que no volvería a dormirse, así que se levantó y volvió a salir de la cabaña. Todo estaba rodeado de una oscuridad inimaginable para alguien que hasta entonces solo había vivido en la ciudad. En mitad de la montaña la noche tenía un color diferente.
Empezó a andar por la hierba, intentando no alejarse mucho de las cabañas. Un escalofrío recorrió su espalda. Paró en seco, intentado normalizar su respiración. “Está bien, no pasa nada”, se dijo, “es solo que he olvidado la chaqueta, eso es todo”. Dio un paso atrás. Otro escalofrió. No pasaba nada, sabía donde estaba la cabaña. Cerró los ojos y empezó a andar. Quería correr, pero no podía. “Abre los ojos” escuchó la voz frente a ella y, a la vez, a su espalda. “Esto es solo un sueño” canturreó burlona. Ella sabía que no lo era, se había despertado.
Empezó a correr, creyendo ir en dirección a las cabañas, pero sin estar totalmente segura. “Esto es un sueño, voy a matarte” la voz cada vez estaba más cerca, “igual que tú nos mataste a nosotros”. Abrió los ojos de golpe. La voz tenía razón, aquello era un sueño. Tenía que serlo porque estaba flotando en el aire y su marido y su hermano estaban con ella.
−No sé como pudo pasar. Se encontraba mucho mejor. Ayer mismo estuve hablando con ella y hubiera jurado que se recuperaría en cuestión de semanas. Parecía que el estar aquí era justo lo que necesitaba −la voz del médico estaba contraída por la frustración y el nudo que sentía en la garganta. Antes de irse a dormir se había asegurado de que todas las puertas estaban cerradas, como todas la noches. Había pasado a su habitación y ella había estado durmiendo con la expresión más calmada que había visto nunca en la mujer. No sabía que había podido ir mal. Lo último que hubiera esperado esa mañana era que le dijeran que habían encontrado el cadáver de Laura en el fondo de uno de los acantilados.